¿Qué vas a encontrar en este blog?

Este blog nace como un pequeño proyecto literario personal para que tengan un espacio los textos que a veces siento necesidad de escribir.
Espero que sirva como canal para encontrarnos con los lectores a los que les pueda interesar esta obra. Aquí estarán publicados los relatos sobre mi hermana Soraya Lanfranco, otros textos de todo tipo y la obra de mi padre, Carlos Alberto Lanfranco, quien me encargó que la publique, poco antes de morir.

El blog se llama Sorenado en homenaje a Soraya, que ya no está con nosotros. Sorenado es un término que ella inventó cuando era pequeña. Como esta iniciativa es acerca de palabras, me pareció apropiado para que la identifique.

Espero que les gusten los trabajos y nos hagan llegar sus impresiones a través de los comentarios. De esta manera lograrmos un ida y vuelta que enriquezca el contenido.

Germán Lanfranco

domingo, 29 de marzo de 2015

Despedida - 1° Texto para Soraya.

Usa mis ojos, los verás crecer, realizarse, ser felices.
Tienes mis brazos, son los tuyos, para estrecharlos en todo momento.
Siente mi corazón, lo tienes para llenarlos de amor.
Guía mi destino, para que esté siempre a su lado.
Cuenta con mi energía, descansa en paz.
Tu ejemplo será el legado, que portarán con orgullo y perpetuará tu ser.

viernes, 6 de marzo de 2015

Altruismo - Relato por Germán Lanfranco

Miró hacia arriba: el muro de la tapia era alto, enorme. Abrió los ojos lo más que pudo y se agazapó. El salto que estaba por dar exigiría toda su energía, si quería llegar arriba. El pequeño gatito, un cachorro, se armaba de valor para dar esa proeza física.
Mientras observaba al diminuto felino en la vereda, desde la modorra que acunaba el asiento del colectivo que me traía a Villa Ascasubi, me pregunté como es que ese gatito, tan chiquito, estaba ahí, sólo.
No tuve tiempo de especulaciones. Como un resorte que se libera, el pequeño felino saltó hacia arriba. Llegó hasta la mitad de la altura, con sus uñas se agarró de la pared lisa y, con mucho esfuerzo, logró trepar otro poco. Cuando se agotó el impulso, cayó nuevamente a la vereda sin lograrlo.
Un niña que estaba parada en la esquina y lo observaba como yo, se arrimó. Balanceó su cuerpo para que la mochila escolar no se le cayera mientras se agachaba y, tímidamente, lo acarició por la cabeza para infundirle confianza. Luego, con seguridad, lo tomó del cuerpo. Sin darle tiempo a nada, lo depositó sobre el borde de la tapia que antes no pudo alcanzar con su salto.
Rápido, el gatito se perdió entre las plantas que había del otro lado de la tapia, sin entender mucho cómo y porqué lo pusieron allí.
Sonreí con esa situación que duró apenas unos segundos. Yo sí entendí porqué esa niña, una cachorrita ella también, lo puso ahí. Está en nuestros genes y condicionó la forma en que evolucionamos los humanos. Es el altruismo: esa capacidad de hacer algo por los demás, sin esperar nada a cambio.
Satisfecha con el resultado, la niña se dio vuelta y se dirigió donde su mamá.
Con ademanes que traslucían orgullo, percibo que le estaría contando lo que hizo un momento antes.
La madre, que no sé si entendió de que le hablaba, la tomó de la mano y la cruzó al otro lado de la transitada calle de Córdoba. Eso también está en nuestros genes, pensé: el cuidado de nuestros hijos.
El colectivo arrancó tras la luz verde y me acomodé para dormir; tenía dos horas, antes de llegar a Río Tercero.