Escrito por Germán Lanfranco
El sonido de mi voz es más bien grave, me parece. Me recuerda un poco al timbre de mi padre.
En cuanto a los juegos que prefiero: ¡vaya, creo que he perdido la capacidad de divertirme de esa manera! Casi lo olvido; pero de niño, podía jugar con cualquier cosa.
Y sí, alguna vez coleccioné mariposas. Solía perseguirlas por la plaza, era yo muy pequeño. Me enamoraban sus colores, sus formas, verlas volar en grupo. Adoraba desparramar el polvo de tinte que dejaban en mi piel cuando lograba tocarlas.
No sé en que lugar están ellas hoy: tal vez en el rincón donde abandoné mis juegos, en el sitio donde la voz de mi padre aún resuena con ternura.
Creo que me he convertido en un adulto, querido Principito. No puedo ver más que un elegante sombrero.
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