¿Qué vas a encontrar en este blog?

Este blog nace como un pequeño proyecto literario personal para que tengan un espacio los textos que a veces siento necesidad de escribir.
Espero que sirva como canal para encontrarnos con los lectores a los que les pueda interesar esta obra. Aquí estarán publicados los relatos sobre mi hermana Soraya Lanfranco, otros textos de todo tipo y la obra de mi padre, Carlos Alberto Lanfranco, quien me encargó que la publique, poco antes de morir.

El blog se llama Sorenado en homenaje a Soraya, que ya no está con nosotros. Sorenado es un término que ella inventó cuando era pequeña. Como esta iniciativa es acerca de palabras, me pareció apropiado para que la identifique.

Espero que les gusten los trabajos y nos hagan llegar sus impresiones a través de los comentarios. De esta manera lograrmos un ida y vuelta que enriquezca el contenido.

Germán Lanfranco

sábado, 9 de mayo de 2015

9 de mayo - 6° Relato sobre Soraya.

Si hay un día especial, para un niña, es el de su cumpleaños. Ese nueve de mayo, cumplía seis, pero no esperaba ninguna fiesta, tampoco regalos. La familia, toda sobre el noble Citroen verde, se trasladaba a un nuevo pueblo donde vivir.

— ¿Por qué tengo que viajar siempre en el medio, papi? —preguntó Soraya, que estaba sentada sobre el incómodo caño que dividía en dos al asiento trasero del modelo 3CV.

— Porque sos la más chiquita —respondió su papá con la mayor ternura—. Aguanten otro poquito que ya no falta mucho para llegar. Este pueblito se llama Colonia Almada y el próximo, Villa Ascasubi —agregó dirigiéndose a los tres niños que viajaban atrás y miraban ansiosos hacia la ruta.

Villa Ascasubi, un pueblo fuera de las rutas importantes de Córdoba, era el destino que habían elegido para establecerse tras un nuevo fracaso comercial, que los obligaba a mudarse por segunda vez en pocos años.
Primero fue intentarlo en James Craik, luego en El Trébol. La profesión de fotógrafos, que desarrollaban tanto Carlos como su esposa Vilma, no permitía mantener a la familia. Así que, una vez más, se vieron obligados a cargar a los niños en el auto, sus modestas pertenencias en el camión de un amigo y emprender la búsqueda de un nuevo hogar.

El pueblo al que se trasladaban, si bien era pequeño, prometía una oportunidad de trabajo, ya que no contaba con el servicio que ellos brindaban. Por contrapartida, la época no ayudaba. En plena guerra de Malvinas, había una sensación de incertidumbre generalizada. Por esta razón, la pareja que viajaba en el auto experimentaba angustia y preocupación por el futuro de los pequeños.

Soraya, se volvió a acomodar en el asiento y mientras el Citroen se acercaba a su destino, miró a sus hermanos: Germán a la izquierda, Lorena a la derecha. Los niños hablaban con entusiasmo del nuevo lugar al que iban a vivir.

— ¿Mami, es cierto que la casa a la que vamos es más grande que la que teníamos? —preguntó Lorena por enésima vez.
— Sí —se apresuró a responder Germán, que ya conocía de memoria el desarrollo de esa charla y agregó completando la respuesta— Además, está frente a la plaza y el pueblo tiene un río.

Soraya, había escuchado esto una y otra vez, pero aún así, le producía un regocijo interno que la llenaba de emoción. “Un pueblo con río ¡Qué lindo!” pensó. Eso compensaba de alguna manera la tristeza de no tener fiesta de cumpleaños, ni regalos. En la semana lo habían hablado y, con gran dolor en el corazón, su mamá le explicó que ese día iban a estar con la mudanza, por lo que era muy difícil hacer una fiesta de cumpleaños. Pero le dijo que si les iba bien con el trabajo, el año próximo le realizaría una torta y tal vez, le pudiera comprar un regalo; además, invitaría a los nuevos amiguitos que se haga en el lugar. La mamá le continuó hablando y le dijo que si bien no tendría su fiesta ese año, que pensara en lo lindo que sería vivir en una casa al frente de la plaza y en un pueblo que tiene río.

Soraya, al igual que sus hermanitos, entendía que sus padres les brindaban todo lo que estaba a su alcance para que sean felices. Por eso, se conformó con las palabras de su mamá y se alegró por todas las cosas lindas que vendrían con la mudanza. Y así fue. Ni bien llegaron, descubrió que la plaza frente a su nueva casa ¡No podía ser más linda!

Mientras los grandes descargaban las cosas y las acomodaban en la vivienda que tenía la dirección San Martín 65; ella, Germán y Lorena, fueron asombrados a ver las numerosas plantas con formas de animales que había en los canteros. Nunca habían visto algo así. ¡Había incluso una planta que tenía forma de elefante! Luego, su papá les explicó que una persona, con tijera de podar, les daba esa forma a los ligustros que ornamentaban todos los sectores de la plaza.

Así transcurrió el día, entre muchas cosas nuevas para ver y descubrir. Soraya correteó y jugó en cada uno de las habitaciones vacías que, de a poco, se fueron llenando de cajas que bajaban del camión. Las cajas estaban repletas de cosas envueltas en papel de diario para protegerlas del viaje. En una de ellas, encontró su osito de peluche verde, que siempre usaba para dormir. Cuando nadie la vio, le dio un besito tierno como hacía a la noche antes de acostarse.

Pero lo más lindo de ese nueve de mayo, sucedió en algún momento de la tarde. Pese al cansancio y a la falta de comodidad, por el desorden de la mudanza, Vilma, la mamá, se las apañó para hacer una torta con una rosca y cuatro alfajores.

La alegría de Soraya era infinita en su corazón. Aún no había amiguitos para invitar en ese nuevo pueblo al que habían ido, pero estaban sus hermanos, dos primitos que habían venido con los tíos para ayudar en la mudanza y un gran oso de peluche junto a una muñeca, que también participaron de la celebración.

Cuando hay amor, no hace falta nada más.

De una de las cajas de la mudanza aparecieron seis velitas y la fiesta fue completa. Si hasta tuvo la fotografía que sacó su papá, un gran profesional que la primera foto que tomó en el nuevo lugar de trabajo, fue para su hija más pequeña.

Por la noche, le tocó dormir en un colchón grande en el suelo, con sus dos hermanos. Ella siempre en el medio. Es que aún no estaban armadas las cuchetas, pero no importaba. El nueve de mayo, a Soraya, le cantaron el feliz cumpleaños.

En la foto se ven, de izquierda a derecha:
Claudio (primo), Lorena sosteniendo a Jorgelina (prima) en su falda, Soraya y Germán.

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