¿Qué vas a encontrar en este blog?

Este blog nace como un pequeño proyecto literario personal para que tengan un espacio los textos que a veces siento necesidad de escribir.
Espero que sirva como canal para encontrarnos con los lectores a los que les pueda interesar esta obra. Aquí estarán publicados los relatos sobre mi hermana Soraya Lanfranco, otros textos de todo tipo y la obra de mi padre, Carlos Alberto Lanfranco, quien me encargó que la publique, poco antes de morir.

El blog se llama Sorenado en homenaje a Soraya, que ya no está con nosotros. Sorenado es un término que ella inventó cuando era pequeña. Como esta iniciativa es acerca de palabras, me pareció apropiado para que la identifique.

Espero que les gusten los trabajos y nos hagan llegar sus impresiones a través de los comentarios. De esta manera lograrmos un ida y vuelta que enriquezca el contenido.

Germán Lanfranco

sábado, 17 de octubre de 2015

¡Feliz día, mamá! - 9° Relato sobre Soraya

Una inesperada e inquietante pregunta de un niño a su abuela, sobre la eternidad, es el disparador en retrospectiva de esta historia. En ella se entremezclan la trama de un cuento infantil y dos generaciones, que se enfrentan al dolor por la tragedia que se hace realidad.




¡Feliz día, mamá!


«¡¿Mami, mamita, dónde estás?!» Llamaba lastimosamente el pequeño Bambi en medio del bosque. La nieve, que caía copiosamente, volvía todo frío y gris. Hacía sólo unos instantes que el cervatillo y su mamá se habían separado, cuando ella lo hizo alejarse porque entendió que se acercaba su final.
La escena, del cuento infantil, la conmovió una vez más. Sentada en el sillón del living de la casa de su abuela, la niña hizo una pausa. Cerró el libro que tenía en sus manos, pero dejó uno de los dedos marcando la página que estaba leyendo.
El libro pertenecía a su tía, maestra jardinera, y formaba parte de una colección de cuentos de Disney.
Cuanto logró controlar la emoción por la muerte de la mamá de Bambi, arremetió nuevamente con la lectura. En su interior, pese a ser una niña, su corazón ya palpitaba como el de una mamá. Por eso, desde que empezó a leer la historia, se identificó rápidamente con el personaje de la madre, comenzando a sentir un amor profundo y sublime, por los hijitos que ella algún día tendría.

---------------- II ----------------

Bambi correteó en otra dirección. Pese a que buscaba no encontraba a su mamá y eso lo empezó a preocupar. Pero insistió con su llamado «¿Mamita, dónde estás?» El que apareció entonces, en medio de la nieve que caía, fue su padre, el Gran príncipe del bosque, quien sentenció con sus palabras llenas de dolor «Tu madre ya no podrá venir nunca más. Debes ser valiente y aprender a andar solito».
Como alguna vez le sucediera a una niña, en otro lugar y en otro tiempo, el pequeño se estremeció con la escena que acababa de ver. Se echó entonces aún más, en el sillón de la casa de la abuela donde estaba viendo la película, y con su dedo, puso pausa en el control remoto del reproductor de Dvd. Luego, con el mismo dedo, se refregó el ojito, antes de que la emoción le gane y lo haga soltar una lágrima; pero lo dejó y prefirió enredarlo en uno de los muchos rulos que tenía en la cabeza.
Más tarde, cuando su mamá llegó a buscarlo, la abrazó fuertemente.
— ¡Qué amoroso que está siempre mi negrito! —dijo la mamá, al tiempo que lo comía a besos— ¿Qué estuviste haciendo?
— Viendo la película de Bambi —respondió el niño.
— ¡Ahhh, qué linda! pero es triste. La mamá leyó el cuento cuando era chica —le respondió la madre refiriéndose a sí misma en tercera persona, al tiempo que lo volvía a llenar de besos.

---------------- III ----------------

Llegó corriendo con su carita de duende bajo una corona de rulos, se plantó frente a la abuela y sin preámbulos le preguntó:
— ¿Abuela, la eternidad: es dejar el pasado en el pasado?
La mujer se sorprendió con el tenor de la duda y los conceptos. Pero sólo por unos instantes. Tras la tragedia familiar, sabía que vendrían preguntas difíciles. Ensayó entonces una respuesta usando palabras que pudiera entender un niño: un niño que era como un pequeño cervatillo, que a veces, se sentía sólo en medio de la tormenta del bosque.

---------------- IV ----------------

«Debes dejar el pasado en el pasado, ser valiente y aprender a andar solito» dijo el Gran príncipe del bosque, y lo guió a través de la tormenta de nieve.
Desde lo alto de uno de los árboles, el Búho, que sabe todo de la vida y de la muerte, porque es muy viejo, miró con satisfacción cómo se acomodaba la familia. Sabía que tras la tormenta de nieve llegaría la primavera y que ésta traería nuevas pasturas, nuevos colores para el bosque, junto a nueva vida. Sabía también que el amor entre madres e hijos trasciende la finitud de la vida, porque es eterno. Es que, madres e hijos, son dos partes de la misma cosa: una onda que resuena en el llanto de un niño; en un cuento en el sillón de la casa de la abuela; en un abrazo infinito; o en el cariño de un ¡Feliz día, mamá!

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